Versículos bíblicos sobre Intervención Divina
Versículos bíblicos sobre la Intervención Divina
Explorar la intervención divina a través de la escritura ofrece una profunda comprensión de la presencia activa de Dios en nuestras vidas y en el mundo. Estos versos iluminan momentos en los que Dios trasciende las leyes naturales, influyendo directamente en los eventos y ofreciendo soluciones milagrosas. Entender la intervención divina no se trata de esperar milagros constantes, sino de reconocer la soberanía de Dios y Su amor inquebrantable. Fortalece nuestra fe, recordándonos que nunca estamos verdaderamente solos y que incluso frente a desafíos aparentemente insuperables, el poder y la gracia de Dios pueden intervenir. Estudiar estos pasajes fomenta la esperanza, animándonos a confiar en Su plan divino, incluso cuando no podemos comprenderlo completamente.
Versículos más útiles
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Y acontecerá, que cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos días, dice Jehová, no se dirá más: Arca del pacto de Jehová; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la visitarán, ni se hará más.
Las nubes echaron inundaciones de aguas; tronaron los cielos, y discurrieron tus rayos.
Y él dijo: He aquí, yo hago concierto delante de todo tu pueblo: haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna; y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque ha de ser cosa terrible la que yo haré contigo.
Scripture Passages
He aquí por tanto que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, á saber, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas:
Entonces alzó Moisés su mano, é hirió la peña con su vara dos veces: y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias.
Antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y las nubes se tornen tras la lluvia:
Y acontecerá en aquel día, que herirá Jehová desde el álveo del río hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno á uno.
¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vió cosa tal? ¿parirá la tierra en un día? ¿nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, parió sus hijos.
Y entonces Elías dijo á Achâb: Sube, come y bebe; porque una grande lluvia suena.
Y díjome: He aquí que tú concebirás, y parirás un hijo: por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será Nazareo á Dios hasta el día de su muerte.
Y los hijos de Israel clamaron á Jehová, porque aquél tenía nuevecientos carros herrados: y había afligido en gran manera á los hijos de Israel por veinte años.
Y dijeron á Moisés: Tus siervos han tomado razón de los hombres de guerra que están en nuestro poder, y ninguno ha faltado de nosotros.
Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad.
Y como Jehová habló al ángel, él volvió su espada á la vaina.
Y oyó Moisés al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno á la puerta de su tienda: y el furor de Jehová se encendió en gran manera; también pareció mal á Moisés.
Mas los Levitas asentarán las suyas alrededor del tabernáculo del testimonio, y no habrá ira sobre la congregación de los hijos de Israel: y los Levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio.
Sabed ahora que Dios me ha trastornado, y traído en derredor su red sobre mí.
Porque habló Jehová á Moisés, diciendo:
Y luego vino Cusi, y dijo: Reciba nueva mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti.
Y HABLÓ Jehová á Moisés, diciendo:
Porque sin duda vendrá lo que él dijo á voces por palabra de Jehová contra el altar que está en Beth-el, y contra todas las casas de los altos que están en las ciudades de Samaria.
¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿cuándo harás juicio contra los que me persiguen?
Mas yo no quise escuchar á Balaam, antes os bendijo repetidamente, y os libré de sus manos.
Invocaré á Jehová, digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.
Por medio de ti sacudiremos á nuestros enemigos: en tu nombre atropellaremos á nuestros adversarios.
Moab, la vasija de mi lavatorio: sobre Edom echaré mi calzado; regocijaréme sobre Palestina.
Y murieron de aquella mortandad veinte y cuatro mil.
Todavía tomó su parábola, y dijo: ¡Ay! ¿quién vivirá cuando hiciere Dios estas cosas?
Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas.
Y apartáronse de allí los varones, y fueron hacia Sodoma: mas Abraham estaba aún delante de Jehová.
Y los Egipcios nos maltrataron, y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre.
EN el año que murió el rey Uzzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas henchían el templo.
Y sobre todos los cedros del Líbano altos y sublimes, y sobre todos los alcornoques de Basán;
Y los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron allí un pozo de aguas vivas.
Y habrá gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fué, ni jamás será.
Y salió el ángel de Jehová, é hirió ciento ochenta y cinco mil en el campo de los Asirios: y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.
Envió entre ellos una mistura de moscas que los comían, y ranas que los destruyeron.
Y ellos lo hicieron así; y Aarón extendió su mano con su vara, é hirió el polvo de la tierra, el cual se volvió piojos, así en los hombres como en las bestias: todo el polvo de la tierra se volvió piojos en todo el país de Egipto.
Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender á Egipto, porque yo te pondré allí en gran gente.
¿Quién me llevará á la ciudad fortalecida? ¿quién me llevará hasta Idumea?
EN aquellos días cayó Ezechîas enfermo para morir. Y vino á él Isaías profeta, hijo de Amoz, y díjole: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque tú morirás, y no vivirás.
Yo os libré de mano de los Egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, á los cuales eché de delante de vosotros, y os dí su tierra;
Y partieron los hijos de Israel de Rameses á Succoth, como seiscientos mil hombres de á pie, sin contar los niños.
La Biblia desborda de relatos de intervención divina, mostrando la participación activa e intencional de Dios en los asuntos humanos. Desde liberaciones milagrosas y guía profética hasta actos directos de sanidad y provisión, estos versos revelan un Dios que no es distante o desapegado, sino íntimamente involucrado en las vidas de Su pueblo. Reflexionar sobre estas escrituras nos anima a reconocer la mano de Dios en acción incluso en nuestras propias vidas, tanto en momentos de intervención dramática como en el desarrollo sutil de Sus planes. Que estos versos nos inspiren a cultivar una conciencia más profunda de la presencia de Dios, una mayor confianza en Su poder y una disposición para buscar Su guía, sabiendo que Él siempre trabaja para nuestro bien y Su gloria. Permanezcamos abiertos a Su intervención, confiados en que Él escucha nuestras oraciones y responde según Su voluntad perfecta.