Versículos bíblicos sobre Dinero

Versículos bíblicos sobre el Dinero

200 versículos

Explorar lo que dice la Biblia sobre el dinero no se trata de perseguir la riqueza, sino de adquirir sabiduría para navegar los aspectos materiales de la vida con una brújula espiritual. La Escritura ofrece profundas perspectivas sobre la mayordomía, la generosidad y los peligros de la codicia. Comprender estos principios nos permite alinear nuestras vidas financieras con la voluntad de Dios, fomentando un corazón de contentamiento y propósito. Que estos versos iluminen el camino hacia la responsabilidad financiera, recordándonos que las verdaderas riquezas no residen en las posesiones terrenales, sino en una vida dedicada a servir a Dios y a los demás. A través de este estudio, que descubramos la libertad que proviene de una perspectiva equilibrada sobre el dinero y su rol en nuestro viaje espiritual.

Scripture Passages

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Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán pura sabiduría.

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También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos,

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Todos los que están conmigo te saludan. Saluda á los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén. A Tito, el cual fué el primer obispo ordenado á la iglesia de los Cretenses, escrita de Nicópolis de Macedonia.

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Y dijeron los varones á Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar:

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Entonces salió Lot, y habló á sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va á destruir esta ciudad. Mas pareció á sus yernos como que se burlaba.

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¿No tenemos potestad de traer con nosotros una hermana mujer también como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?

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¿O sólo yo y Bernabé no tenemos potestad de no trabajar?

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Pues de su grado han dado conforme á sus fuerzas, yo testifico, y aun sobre sus fuerzas;

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De manera que exhortamos á Tito, que como comenzó antes, así también acabe esta gracia entre vosotros también.

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Y en la ley Moisés nos mandó apedrear á las tales: tú pues, ¿qué dices?

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Porque la ley constituye sacerdotes á hombres flacos; mas la palabra del juramento, después de la ley, constituye al Hijo, hecho perfecto para siempre.

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Oh Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca.

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ESCUCHA, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica.

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No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo te socorrí, dice Jehová, y tu Redentor el Santo de Israel.

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Alegad por vuestra causa, dice Jehová: exhibid vuestros fundamentos, dice el Rey de Jacob.

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No tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado á Tito mi hermano: así, despidiéndome de ellos, partí para Macedonia.

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No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe: de la que duerme á tu lado, guarda, no abras tu boca.

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Así que, si os dijeren: He aquí en el desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis.

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El hombre sabio es fuerte; y de pujante vigor el hombre docto.

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Tal será el conocimiento de la sabiduría á tu alma: si la hallares tendrá recompensa, y al fin tu esperanza no será cortada.

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Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos: que Jehová tu Dios es el que va contigo: no te dejará ni te desamparará.

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La luna y las estrellas para que dominasen en la noche, porque para siempre es su misericordia.

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Al que hirió á Egipto en sus primogénitos, porque para siempre es su misericordia.

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Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados; porque la gloria y el Espíritu de Dios reposan sobre vosotros. Cierto, según ellos, él es blasfemado, mas según vosotros es glorificado.

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Y si el justo con dificultad se salva, ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador?

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EN Jehová he confiado; ¿cómo decís á mi alma: Escapa al monte cual ave?

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Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.

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Y abriendo uno de ellos su saco para dar de comer á su asno en el mesón, vió su dinero que estaba en la boca de su costal.

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Y ellos como lo oyeron, glorificaron á Dios, y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de Judíos hay que han creído; y todos son celadores de la ley:

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Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, y en tu ley lo instruyeres;

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Y tú, Jehová Señor, haz conmigo por amor de tu nombre: líbrame, porque tu misericordia es buena.

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Ayúdame, Jehová Dios mío: sálvame conforme á tu misericordia.

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Y huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, para que creáis: mas vamos á él.

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Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

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Y el Dios Omnipotente os dé misericordias delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y á este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo.

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Guardad pues mis mandamientos, y ejecutadlos: Yo Jehová.

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(Las cuales cosas son todas para destrucción en el uso mismo), en conformidad á mandamientos y doctrinas de hombres?

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Ni tendré misericordia de sus hijos: porque son hijos de fornicaciones.

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PORQUE Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá á Israel, y les hará reposar en su tierra: y á ellos se unirán extranjeros, y allegaránse á la familia de Jacob.

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Y será en el día que Jehová te diere reposo de tu trabajo, y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir,

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En última instancia, los versos de la Biblia sobre el dinero ofrecen una perspectiva profunda y multifacética, que trasciende el simple consejo financiero. Subrayan la importancia de la acumulación ética, la mayordomía sabia y la generosidad. El dinero, en sí mismo, no es inherentemente bueno ni malo, sino una herramienta cuyo valor se determina por el corazón y las intenciones de quien lo usa. Las escrituras nos desafían a examinar nuestra relación con la riqueza, instándonos a priorizar las riquezas espirituales sobre las posesiones materiales y a evitar las trampas de la codicia y el materialismo. Reflexionar sobre estos versos debería impulsar una reevaluación continua de nuestros hábitos de gasto, elecciones de inversión y contribuciones caritativas, guiándonos a usar nuestros recursos de maneras que honren a Dios, bendigan a los demás y se alineen con valores eternos. Al vivir estos principios, podemos encontrar un verdadero contentamiento y una realización duradera que trasciende cualquier valor monetario.